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Channel: Comentarios en: Los intelectuales: entre la lealtad y el silencio cómplice
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Por: Bibliotecarios de Bayamón

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No importa y quizás sea mejor que esos intelectuales reconocidos continúen callando o hablando en voz baja, bajito. Lo importante es que surjan voces nuevas como Haroldo Dilla o Miriam Celaya. Cuando salió fuera de la censura “Un Día en la Vida de Ivan Denisovitch,” A. Soljenitjin no era conocido, pero estremeció a la URSS por la veracidad de su novelita. Luego vinieron sus obras de consagración y ya es inmortal. Cuba está sedienta de innovadores que superen los sotto vocce y los conformistas que alegan un callo pisado por un miliciano para probar su protesta sin complicidad con el imperislismo. La verdad expuesta por Coco Fariñas, Las Damas de Blanco, Miriam Leyva, Raúl Rivero o Yoani Sánchez conflige con los santones latinoamericanos que impusieron el mito de la revolución cubana, mientras callaban todos sus desmanes. Sus pechos están plagados de medallones, condecoraciones, han ganado diplomas hasta para suplir sus necesidades más extremas, y la carga de hojalatería no cabria en sus pechos robustos o escuálidos, ni en los de sus señoras y venerables mamás que los trajeron al mundo. Es hora de saludar su jubilacion y hacemos una plegaria por los que guardaron el carro.
Pero los tiempos pertenecen a Miriam Celaya, Haroldo Dilla y a tantos desconocidos entre los que me permito incluir a Martin Guevara sin reserva alguna. Es la nueva generación que tiene a su cargo el desenmascaramiento de una inmensa farsa que ha podado la capacidad de opinar a tantos intectuales cubanos y del extranjero.


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